El pensamiento bíblico y judío es ético y existencia. Concede siempre la primacía a la razón práctica y la ética, acentuando para ello el dualismo entre D-os y el mundo, entre la libertad y la naturaleza. El carácter de marca del pensamiento bíblico es la concepción moral y personal de la divinidad, y el d-os de los profetas es la voluntad moral. El monoteísmo bíblico se desprendió de muchos elementos mágicos y mitológicos, pero integró en su imaginario los símbolos y arquetipos primordiales relativos al caos y la creación y a la consumación del cosmos y de la historia.
El hombre, imagen de la divinidad, no forma parte de la naturaleza. La conciencia profética está orientada hacia el futuro. La escatología profética recoge el pasado del pueblo de la humanidad y lo dirige hacia el punto de convergencia de toda la historia. El pensamiento bíblico se mueve a la postre entre la cuestión del mal, planteada por Job, y la salida utópica soñada por los escritores de apocalipsis.
A través de la experiencia histórica de Israel y del paradigma éxodo-liberación, se trata de poner al descubierto los símbolos, conceptos, estructuras y tensiones del pensamiento yahvista y del pensamiento judío posterior.