Una vez más, y ahora con mayor experiencia el autor hace uso de la tramoya y de los trucos visuales. Algunos protagonistas vuelan entre nubes movedizas, o entran a escena en carros tirados por dragones, del piso salen llamas, un dragón escupe a Sacatrapo sobre el tablado, la cabeza de éste es lanzada por los aires, de cuatro escotillas salen árboles, algunos personajes se transforman en otros, etc.
También estas obras transcurren sin consideración alguna de las unidades aristotélicas, otro indicio de su total desprecio por las formas impuestas o convencionales. El tiempo es flexible, el lugar cambiante, y la acción – a veces simultánea – parece por momentos incontrolable. En cambio, el autor maneja las tramas y situaciones con total precisión y claridad. La presentación de los sucesos trasciende la escena teatral, a partir de técnicas casi cinematográficas, premonitorias de otros medios.